Cuando el cachorro llega a casa a las 10 semanas debemos facilitar su adaptación a esta y considerarnos continuadores lógicos del trabajo de la madre.
Primero debemos dedicar unos días a tener contacto con el cachorro para ganarnos su aceptación, éste debe incluirnos en su grupo social. Una vez que el perro muestra afecto por nosotros, busca nuestro contacto y se alegra con nuestra presencia, entonces podemos empezar a establecernos como su guía.
Es fundamental corregir al cachorro cuando no respeta los límites sociales, sin embargo no debemos reprenderle por no aprender acciones concretas tales como sentarse, andar al paso, etc.
Los castigos deben ser inteligibles por el cachorro y proporcionados, es decir aplicados con una intensidad que no inhiba el aprendizaje por la aparición de estrés. NUNCA LE PEGAREMOS, ni golpearemos, ni le daremos fuertes tirones con el collar o la correa. En esta etapa es fundamental no reducir la capacidad exploratoria del cachorro y su confianza en sí mismo, ya que ambas cosas van a marcar el carácter de nuestro perro.
Si el cachorro explora sitios prohibidos o potencialmente peligrosos debemos cogerlo (sin castigarle) y llevarle a la zona donde hayamos determinado que puede estar, pero no castigarlo, ni reprenderle por explorar. Es importante también no caer en la sobreprotección que también mermará las capacidades del cachorro, para ello solo debemos apartarle de peligros reales.
(Extraído del libro Adiestramiento canino cognitivo-emocional de C. A. López García)
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