- Lo primero que tendremos en cuenta, son las cualidades naturales de los padres y, si es posible, de su línea de sangre.
- Como segundo paso evaluaremos la calidad de la madre: grado de atención a los cachorros, estabilidad del carecer... evitaremos madres sobreprotectoras o indiferentes con la camada, ya que la integración social o la autonomía del perro, dependen en gran medida de la relación con la madre.
- Es conveniente que la camada tenga al menos dos cachorros para que interactúen y modelen pautas sociales entre ellos.
- Seleccionaremos aquellas camadas que hayan tenido contacto continuado con humanos durante la fase de impronta del cachorro (entre la quinta y la octava semana). La importancia de la madre y la camada hacen inconveniente retirar al cachorro antes de la octava semana, siendo ideal retirarlo a partir de la décima. Retirar al cachorro antes implica la necesidad por nuestra parte de ejercer más de "madre" con los cachorros. Deberemos evitar esto en lo posible, pues por buena que sea nuestra actuación como madre, carecerá de la naturalidad y los matices sutiles de la auténtica progenitora.
- En la camada buscaremos cachorros que se integren en los juegos comunes y que busquen la interacción con sus hermanos, madre y criadores humanos. También es importante ver que ante acontecimientos nuevos muestran autonomía e interés por explorar (por ejemplo al entrar nosotros en la habitación se acercan a vernos).
(Texto extraído de Adiestramiento canino cognitivo-emocional de C. A. López García)
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