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lunes, 22 de junio de 2015

El verano llegó


Ya está aquí el verano y con él los días de calor en los que nos estorba y nos sobra todo. Esos días estivales en los que llegan las ansiadas vacaciones y planificamos entusiasmadamente cómo las vamos a pasar. 

Entre los planes de mucha gente está huir hacia la costa: las playas, el sol, los chiringuitos... Y aquí es dónde hay gente sin escrúpulos a la que le sobra todo. Le estorba ese amigo peludo que con tanta fidelidad ha estado a su lado en los mejores y peores momentos. De repente "Toby" que era tan gracioso en Navidad, ya se ha hecho grande y ha pasado a ser un adulto nervioso y activo que nos molesta con sus ladridos y sus tremendas ganas de salir a la calle. Y resulta que ahora vamos a tener que cambiar nuestras vacaciones por él, llevarlo con nosotros, quitándonos sitio para una maleta más, con lo bien que nos vendría y sacándolo a pasear con lo agustito que se está tumbado al sol. 

Estas situaciones son las que Pérez Reverte describe a la perfección en su libro "Perros e hijos de perra" y lo cuenta de la mejor manera, como él sólo sabe. Me gustaría escribir aquí un párrafo suyo:

"¿Se acuerdan de aquel anuncio estremecedor, un perro abandonado en mitad de una carretera, bajo la lluvia, sus ojos cansados y tristes, bajo el rótulo: Él nunca lo haría...? Es cierto. Él nunca lo haría, pero buena parte de nosotros sí. Igual usted mismo, respetable lector, acaba de hacerlo. ¿Y sabe lo que le digo? Pues que, de ser así, ójala se le indigeste esa paella por la que van a clavarle veinte mil pesetas en el chiringuito, o se le pinche el flotador del pato y se ahogue, cacho cabrón. Porque ya quisiéramos los humanos tener un ápice de la lealtad y el coraje de esos chuchos de limpio corazón. No recuerdo quién dijo aquello de que cuanto más conozco a los hombres más quiero a mi perro; pero es cierto. Al suyo, al mío. A ver si lo dejo claro. A cualquier perro." 

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