Ya está aquí el verano y con él los días de calor en los que nos estorba y nos sobra todo. Esos días estivales en los que llegan las ansiadas vacaciones y planificamos entusiasmadamente cómo las vamos a pasar.
Entre los planes de mucha gente está huir hacia la costa: las playas, el sol, los chiringuitos... Y aquí es dónde hay gente sin escrúpulos a la que le sobra todo. Le estorba ese amigo peludo que con tanta fidelidad ha estado a su lado en los mejores y peores momentos. De repente "Toby" que era tan gracioso en Navidad, ya se ha hecho grande y ha pasado a ser un adulto nervioso y activo que nos molesta con sus ladridos y sus tremendas ganas de salir a la calle. Y resulta que ahora vamos a tener que cambiar nuestras vacaciones por él, llevarlo con nosotros, quitándonos sitio para una maleta más, con lo bien que nos vendría y sacándolo a pasear con lo agustito que se está tumbado al sol.
Estas situaciones son las que Pérez Reverte describe a la perfección en su libro "Perros e hijos de perra" y lo cuenta de la mejor manera, como él sólo sabe. Me gustaría escribir aquí un párrafo suyo:
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