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viernes, 5 de junio de 2015

Junio mes de la prevención (primera parte)

Un problema frecuente en nuestros perros que aparece durante su desarrollo es la ansiedad por separación. Esta alteración del comportamiento aparece en cachorros, normalmente a partir de los seis meses de edad, y se manifiesta con episodios destructivos, micción y defecación en casa, cuando los dejamos solos.

La mayoría de los casos es de baja intensidad, y el propietario lo atribuye a querer llamar la atención y venganza, y trata de resolverlo con soluciones que, por desconocer el origen del problema, solo consiguen evitar los efectos, pero agravan la alteración; no dejarlo solo, dejarlo atado o encerrado, castigarlo, etc.

El cachorro, al nacer, depende totalmente de su madre y se relaciona con ella y sus hermanos. Tras el destete, esta dependencia comienza a disminuir y continúa el aprendizaje junto a ellos, juegos de caza, estructura jerárquica, etc, y lentamente el cachorro va siendo más independiente, y sobre los seis meses de edad cambia la relación materno-filial para integrarse dentro de la estructura jerárquica.



Al retirar ese cachorro de su madre y hermanos e integrarlo dentro de nuestra estructura familiar, distinta a la suya natural, y la lógica tendencia a cuidarlo y protegerlo, no favorecemos que se produzca esa fase de desapego (MUY IMPORTANTE), y cuando lo dejamos solo desencadena una situación de ansiedad que estalla con esos comportamientos destructivos.

Cuando aparecen los primeros problemas, es importante no esperar a ver si se pasa, y recurrir al especialista antes de que aumente la intensidad y la solución sea más difícil.

La mayoría de las soluciones caseras son totalmente opuestas al manejo correcto y agravan el problema.

Existen tratamientos médicos para disminuir estas situaciones de ansiedad, pero muchas veces no son necesarias y SIEMPRE tenemos que usar técnicas de modificación de conducta.

La idea central de estas técnicas es evitar que se desencadene esta ansiedad al dejarlo solo, y no "premiársela" al regresar.


El perro percibe, por nuestra conducta, el momento en que se va a quedar solo, y comienza a generar ansiedad, que se incrementa al marcharnos.

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