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martes, 31 de marzo de 2015

Análisis del caracter


A continuación vamos a tratar un tema que resulta realmente interesante, vamos a analizar algunas de las cualidades más importantes del temperamento del perro. Para ello nos basaremos en el libro Psicología del Aprendizaje y Adiestramiento canino de Antonio Paramio Miranda.

Estas cualidades marcarán su personalidad y, conociendo su grado de expresión, no solo sabremos para qué tareas es adecuado, sino como podemos trabajar estos rasgos concretos para optimizarlos.

El caracter del perro es el resultado del efecto del medio ambiente y de todas sus experiencias vividas sobre los rasgos que éste posee por herencia; por lo tanto, la influencia del entorno puede haber potenciado alguno de estos aspectos y disminuido el grado de expresión de otros. Debemos tener esto muy en cuenta porque puede ser que un perro que no muestre un grado adecuado para alguno de los rasgos, sea totalmente recuperable o, porque, al contrario, la influencia del entorno y las experiencias vividas pueden haber arruinado las posibilidades de un perro con unas buenas cualidades naturales.

En general, los rasgos del carácter del perro que se evalúan de forma más frecuente son:
  • Atención
  • Ganas de agradar
  • Umbral de respuesta
  • Iniciativa
  • Adaptabilidad
  • Solidez
  • Sensibilidad mental: corporal y auditiva
  • Concentración
  • Coraje y espíritu combativo.
1. Atención

Hoy vamos a centrarnos en el primero de estos rasgos. Entendemos la atención, como la capacidad y tendencia del perro a estar pendiente de su guía. (La foto es un buen ejemplo de un perro atento a las instrucciones de su guía).


Un alto grado de expresión de este rasgo es muy deseable en general porque un perro que permanece muy atento al guía capta de forma inmediata lo que éste le está comunicando en cada momento y su tendencia a la distracción es mínima, por lo que el aprendizaje de un nuevo ejercicio requiere un menor número de repeticiones.

¿Qué debemos hacer para mantener un nivel de atención elevado en el perro?
  • Estimular al perro para que alcance un nivel óptimo de excitación.
  • Mantener una duración de sesiones de clase adecuada para que el perro no se aburra.
  • Alternar ejercicios e introducir variantes durante la sesión.
  • Conseguir que el perro esté expectante para conseguir el refuerzo positivo.

Posibles errores que podamos cometer:

Si el perro presenta un nivel de atención muy bajo puede ser debido a que no existe un vínculo bien establecido con su guía y/o a errores de comunicación y manejo. Podemos decir que, de alguna manera, el perro no presta atención a su guía y está pendiente de lo que sucede a su alrededor, lo hace porque esos estímulos externos son más atractivos para él que su guía. 

Los perros que presentan este problema de falta de atención, deben de pasar por un periodo de vinculación con su guía, durante el cual, a través del juego y la estimulación, el guía enfocará la atención del perro hacia él por periodos progresivamente más largos hasta que el perro tenga acceso al refuerzo final. Este proceso tan lúdico, reporta al perro bienestar, por lo que el perro tenderá a repetir la conducta con la que logra estos beneficios. En un tiempo relativamente corto el perro permanecerá atento al guía constantemente, es entonces cuando debemos introducir la realización de ejercicios simples, alternándolos con breves periodos de juego; de esta forma, el perro continúa obteniendo los mismos beneficios que antes del periodo de adiestramiento y nosotros conseguimos que esté atento durante la sesión de trabajo.




martes, 17 de marzo de 2015

Cuéntame un cuento...



Quiero contaros una de esas historias, que sorprendentemente tienen un final feliz.

Hoy hace tres años que lo encontraron en el monte, junto a sus cuatro hermanos. Seres indefensos y casi liliputienses, abandonados a su suerte en un día frío de marzo. Aquellos peludines tuvieron la suerte de encontrarse (no sé quien encontró a quién) con una pareja que paseaba por los alrededores. No abrían los ojos, pero las ganas de vivir que tenían, hizo que los dos paseantes se detuvieran ante el gemido de alguno de ellos.

Tres machos y dos hembras, todos diferentes, cada cual de un color. La blanquita, la negrita, el gordi, otro negrito y el pequeñín atigrado. Los 5 peludines gemían y lloraban pidiendo abrigo y comida. Practicamente recién nacidos y destinados a entender el mundo humano, que nada tiene que ver con el canino.

Aquellos transeuntes criaron a los cinco, bueno al poco tiempo pasaron por desgracia a ser cuatro, con todo el amor y el cariño que alguien les quiso arrebatar cuando nacieron. 
- No sabemos de perros, decía ella, aunque habiendo criado a cuatro hijos digo yo que será igual.

Ya no se acordaban de las noches en vela cuando un bebé llora, sin embargo él se levantaba a masajearle la tripa a aquel pequeño atigrado, que parece que no hacía bien las digestiones.

Los dos machos y las dos hembras empezaron a abrir los ojos, motivo de alegría para toda la familia. Uno de ellos crecía paralelo a los demás, siempre hay uno más fuerte, el Gordi. 
-Ese es mi favorito, decía yo. El Gordi, rebosaba salud, estaba bien alimentado y avanzaba más rápido que el resto.

La Blanquita era la versión Gordi en hembra. La más grande, la que más rápido se desarrolló y la primera que empezó a ladrar pidiendo las cosas.

Los dos pequeños eran la Negri: puro nervio, pequeña, vivaracha, despierta, audaz, negra como un tizón y todo esto sin abultar más que un pulgar. Y el atigrado, que se pasó a llamar Lorenzo. No conozco exactamente el porqué de este nombre, pero con el tiempo, como los marqueses, pasaría a tener un segundo nombre e incluso un tercero.

Este pequeño Lorenzo comía poco, mal y evolucionaba más lento que el resto de la camada. En varias ocasiones temimos por su vida, noches en vela, visitas al veterinario... 

El destino quiso, o quizás no fue el destino, que aquel Lorenzo luego llamado Enrique, se quedara a vivir con nosotros. Al resto de los hermanos se les buscó y encontró una familia que los adoptara y los quisiera, gracias al tesón de aquellos paseantes que los criaron con todo el amor que aquella madre biológica no les pudo dar. Sacaron a casi toda la camada adelante (aquel pobre negrito no lo consiguió). 

Lorenzo-Enrique y ahora Kike, pasó a vivir con el hijo y la novia de aquellos transeúntes y ahora vive feliz rodeado de una familia humana que le quiere. Siempre fue el más débil, aunque a veces creo que fue una estrategia que utilizó para quedarse con nosotros. Siempre funciona el "Ay pobre". Y hoy en día sigue pareciendo un pobre peludín indefenso, con sus miedos y sus cosillas, que la gente cuando lo ve dice "Ay pobre,"

Hoy Kike se ha despertado entre besos y junto a su comida de la mañana le han mezclado una longaniza "cosa de perros". Pasado mañana, sus abuelos y criadores quieren hacer una comida para celebrar que nos encontró hace 3 años. Le he comprado un 3 para ponerlo en el pastel de carne que le hará su abuela "cosa de humanos".

"Pobre Kike" ¡gracias por estos tres añitos! y Felicidades a todos tus hermanos.


viernes, 13 de marzo de 2015

Dominancia.

Del libro Dominancia ¿Realidad o ficción?, de Barry Eaton


La definición humana de dominancia.

De acuerdo con el diccionario de la Real AcademiaEspañola, se define como dominante aquel que tiene una influencia de mando sobre...; el que es más influyente o visible... manteniendo una posición de mando sobre los demás.

Si aplicamos estas definiciones a nuestros perros les estamos aplicando valores humanos. Se podría argumentar que un perro agresivo tiene una fuerte presencia y se muestra influyente, algo a lo que inicialmente no tendría nada que alegar. Pero el perro no ha tomado una decisión consciente para tener esa fuerte presencia y mostrarse influyente del mismo modo en que una persona puede decidirlo. No debe confundirse la agresividad de los perros con "dominancia" son cosas totalmente distintas.

Nosotros tenemos la opción de decidir, mientras un perro no puede tomar esa decisión de forma consciente. Por lo tanto, la definición humana de dominancia no es aplicable a nuestros perros.

Mucha gente cree que si un perro muestra agresividad hacia su amo está siendo dominante y por lo tanto tratando de ascender en su estatus. Desde luego que existe una expresión "agresión por dominancia", pero no implica que el perro esté tratando de elevar su estatus. La Dra. Karen Overall ha definido la agresión por dominancia como la "intensificación de cualquier respuesta agresiva por parte del perro con una corrección o interrupción pasiva o activa de su comportamiento o acceso a éste". Esto significa simplemente que si un perro sufre ansiedad debido a la actitud de la gente hacia él, podría volverse agresivo.


No obstante, dado que la agresión por dominancia se basa en algún tipo de problema de ansiedad, la Dra Overall ha redefinido el término como "control del impulso de agresión". Los perros no son agresivos de forma impulsiva si tienen un temperamento equilibrado, han sido socializados y no han sufrido malos tratos. Pero sabemos que algunos perros pueden ser "avasalladores": prueban continuamente los límites para ver hasta dónde pueden llegar.

Para corroborar los puntos de vista de la Dra Overrall, Lindsay afirma "Muchas expresiones de agresividad que se diagnostican en la actualidad como agresión por dominancia tienen como objetivo evitar algo que se percibe como aversivo, más que intentar establecer o mantener un estatus social".